El Olitense P. Melchor Azcarate, actualmente en el Puig de Santa Maria de Valencia, compañero del actual Arzobispo de Pamplona.

Estas son las palabras del Padre Melchor Azcarate:

Conocí a Florencio Roselló cuando el año 1974 fui enviado al Seminario Mercedario de Reus en Tarragona. Allí estaba él estudiando el 7º de EGB y coincidí con él, dándole algunas clases, hasta que acabó el 3º de BUP, fecha en que los seminaristas cambiaban de casa.
Aunque asistí a varios de sus acontecimientos personales: profesión, entierro de su padre… no fue hasta el año 1991 cuando volvimos a coincidir en la misma casa. Fui nombrado superior y párroco en Castellón y ahí estaba el bueno de Florencio de capellán en la prisión y de animador del numeroso grupo juvenil que tenía y sigue teniendo la parroquia de San José Obrero. Allí me enseñó dónde se encendían y apagaban las luces, que además es una buena metáfora para señalar su orientación hacia una persona como yo que por primera vez se encargaba de una parroquia. Fueron tres años muy bonitos, vividos en comunidad y con un trabajo pastoral absorvente. Después Florencio fue enviado a la comunidad de Elche, recién fundada, a hacerse cargo de la prisión de Fontcalent.

Allí todo era diferente, barrio nuevo en Altabix, vivienda en una planta de pisos, iglesia en un bajo. A los tres días me llamó para decirme “estoy extrañado, llevo tres días y no he visto un pobre”. Ese era su talante. Al cabo de unos años fue elegido Provincial, responsable de nuestra provincia religiosa, y lo acompañé como consejero en uno de los trienios. He estado con él en un Capítulo General en Roma y en todos sus Capítulos Provinciales. He tenido amistad con su madre hasta su muerte y la mantengo con sus hermanos.
Cuando hace unos meses me llegó de Nunciatura la petición de informes sobre Florencio para su posible consagración de Obispo, para nada pude suponer que era nada menos para ser Arzobispo de mi querida Archidiócesis de Pamplona. Ha sido una gran alegría para mí y para toda nuestra Provincia Mercedaria. Y conociendo su entrega total, su disposición hacia los más desfavorecidos, su espiritualidad y sus dotes de gobierno -elegido por los religiosos durante cuatro trienios para Provincial- espero que Dios lo haga un buen y santo sucesor de San Fermín.