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El dios griego Dioniso y la fiesta de la vendimia en Olite

Un articulo de Juan Carlos Ochoa



2018-09-01
El dios griego Dioniso y la fiesta de la vendimia en Olite

Olite acoge en fechas de verano dos celebraciones relacionadas con el dios griego Dioniso. Los festivales de Teatro de finales de Julio y la fiesta de la vendimia a principios de Septiembre están vinculados con esta divinidad. En la Antigua Grecia el Teatro nació como función religiosa en honor a Dioniso, y Dioniso fue considerado por los griegos como el dios de la vegetación, del vino y de la viticultura. La vida de Dioniso ─Baco para los romanos─ puede ser contada en diversos capítulos, pero el que hace referencia a su conexión con el origen del vino es el más destacado.
Cuenta la Mitología griega que “Enamorado Zeus de Sémele y embarazada ésta ya de seis meses, Hera, celosa de ella, se las arregló por medio de una trama para que Sé-mele muriera. Pero Hermes logró salvar al niño del vientre de su madre, cosiéndo¬selo a Zeus en su muslo. Allí lo llevó durante los tres meses que faltaban de gestación hasta que nació Dioniso ─por ello llamado el nacido dos ve¬ces─. Cuando ya era adulto fue atacado por los Titanes, que lo descuar¬tiza¬ron por instigación de Hera y lo hirvieron en una caldera. Sin em¬bargo fue salvado por su abuela Rea, quien reunió sus restos y lo devolvió a la vida. Perséfone, a quien Zeus había confiado su cuidado, lo llevó ante el rey Ata¬mante y su mujer Ino. Para ocultarlo lo disfraza¬ron de niña, pero no lograron engañar a Hera y la pareja real fue casti¬gada con la locura. Luego Hermes lo transformó temporalmente en cabrito y lo llevó al monte Nisa confiándoselo a las Ninfas. Las Ninfas cuidaron de él con gran esmero alimentándolo con miel; y, en pago por este servicio, Zeus colocó sus imágenes entre las estrellas, formando la constelación de las Híades. Fue en el Monte Nisa donde Dioniso creó el vino: de una gota de sangre de los dioses, que un día llovió del cielo, germinó una planta que daba racimos de frutos rojos oscuros, y que él encontró, exprimió su jugo y descubrió sus propiedades una vez fermentado. Después Dioniso realizó una serie de viajes por Europa, Asia y la India lle¬vando la costumbre del vino y el arte de cultivar la vid, siempre acompañado de los Sáti¬ros y de las Ménades, a todas las ciudades que fundó en su camino. De regreso a Grecia se trasladó a la isla de Naxos, donde conoció a Ariadna, que había sido abandonada por Teseo, se enamoró de ella y tuvieron varios hijos. Al final de su odisea bajó al Hades en busca de su madre Sémele, consiguiendo que Perséfone se la devolviese; y después de extender la cultura del vino por todo el mundo y de enseñar el trabajo de la viticultura, subió al cielo, sentándose con los dioses del Olimpo”.
En recuerdo de Dioniso se instituyó el culto dionisíaco, que se oficiaba en Eleusis y en general en toda Grecia. Cada año, a principios del mes de Septiembre, una procesión recorría la Vía Sacra ateniense hasta el Templo Eleusino. En el Santuario, pero dentro de un contexto ritual y como en la fiesta del vino recreada en Olite, se pisaban las uvas tempranas, se tocaba, se cantaba y se bailaba alrededor de la cuba y se extraía el primer mosto para beberlo en memoria del dios. Este es el vino, el vino ritualizado, que expresa la unión con la Naturaleza y con la Tierra; y cuya ingestión, el néctar de los dioses, hace que la gente sea más ella misma y se conozca un poco mejor. Y los efectos del goce y la sensación de felicidad y de libertad se hacen notar: en el vino reside la alegría, la esperanza, la recuperación de la unidad perdida; la superación de las diferencias, el salto de las fronteras; el vencimiento de los límites, la disipación de los miedos, la liberación de los condicionamientos; con el vino brota la inspiración, nace la creatividad, se manifiesta la belleza; florece lo mejor y a veces lo peor de cada uno. In vino veritas, en el vino está la verdad.
Este Domingo en la fiesta de la vendimia de Olite Dioniso se sentirá ofrendado por la organzación de la Cofradía del vino de Navarra y el apoyo de sus cófrades, por la presencia de las bodegas navarras con lo mejor de su elaboración, por el esmerado trabajo de los viticultores, por la asistencia del público local y visitante que alzará la copa para brindar y beber por la vida. Todos hacen de este día una celebración, en la que lo divino está presente en lo humano y el ser humano tiene algo de dionisíaco.

Juan Carlos Ochoa Abaurre es Profesor-Tutor de Pensamiento Clásico, UNED-Pamplona; y es autor del libro “Ética Personal y Ética Social en tiempos de crisis”, Ediciones Eunate, 2018.